28 septiembre 2011

POR ¡SALUT!, QUESOS SAN JERÓNIMO

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A dos días del Día de la Traducción: ¿y todavía vale la pena pensarlo?

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(No es CBS news, es la autora de este Blog, 
en un intento por volver a la formalidad. 
¡Anímese y lea!)
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por Delfina Morganti H.-

En el marco del mes del Mes de la Traducción, el día sábado 24 de septiembre la AIPTI (Asociación Internacional de Profesionales de la Traducción y la Interpretación) organizó en Buenos Aires una I Jornada de Reflexión para Profesionales de la Traducción y la Interpretación. Entre la primera tanda de disertantes se encontraban Aurora Humarán (presentación de la Asociación); Alejandro González (especialista en literatura rusa y Fiódor traductor de Dostoievski); Guillermo Piro (traductor de Arno Schmidt) y Miguel Wald (escritor y traductor). Más adelante, Aurora Humarán, Lorena Vicente y Mariano Vitetta encabezaron los paneles de reflexión y discusión avocados a la práctica profesional en el mercado y de manera independiente.

LA REIVINDICACIÓN DE LA ESTRATEGIA DE VIRGILIO
Nuestra cultura proviene de Europa y no podemos evitarlo. 
Además, ¿por qué evitarlo? ¿Con qué reemplazar esa preciosa herencia?
(de El escritor y sus fantasmas, Ernesto Sabato)
La admirable obra cumbre del poeta Virgilio, Eneida, es uno (sino el más grande) de los triunfos de la literatura universal. Después de Homero, Virgilio es aquel poeta que ha sabido unir, condensar y conjugar tradiciones: tradujo los elementos de la tradición griega a la tradición latina, y de hecho co-fundó, junto con Homero, la literatura greco-latina. La propuesta de Alejandro González no distaría de hacernos sentir a cada uno un Virgilio en potencia.

Luego de un breve recorrido por la historia de la AIPTI y su fundación, Alejandro González presentó su ponencia Traducir traicionando la tradición. El caso de "Memorias del Subsuelo" (F. Dostoievski).  Además de citar ejemplos más que ilustrativos sobre traducciones del ruso al español de su autor, González expuso su propio punto de vista y sugirió pensarla "como ejercicio entre tradiciones". Remitiéndose a una anécdota de congreso (¡siempre las hay!), el traductor defendió una óptica quizás poco difundida o hasta poco bienvenida entre algunos colegas: la de leer traducciones previas a la que uno se propone hacer. "¿Qué tiene de malo la influencia, conocer cómo fue traducido?". A partir de este interrogante González se mostró más que a favor de remitirse a las fuentes previas ya que "esto también estaría enmarcado en una tradición". Más allá de los distintos criterios para traducir (la literatura rusa ofrece tantos por sus repeticiones aparentemente innecesarias en español, su puntuación, etcétera, etcétera), González se aferró a un criterio básico y general que estaría dado casi por naturaleza según su visión: el traductor literario debe conocer la tradición en la que escribe. "Si traduzco una obra ya traducida de antes no traduzco por primera vez. Quiérase o no hay una traducción y una tradición que me antecede", advirtió. Y se podría agregar que si uno aspira a inscribirse en ella, sería ilusorio pretender ignorarla. Después de todo, como dijo el mismo disertante, "hacer una primera traducción de una obra literaria es un problema". La estrategia radicaría, entonces, en saber "servirse" (¡no implica plagio!) de aquello que llegó antes que mi traducción y retrabajarlo, tomar los aciertos (los que son desde mi punto de vista "aciertos") y descartar los "defectos". 

En SOBRE LITERATURA NACIONAL, parte del ensayo El escritor y sus fantasmas de Ernesto Sabato, el autor escribe que "no recuerdo quién le decía a Gide que no leía nada para no perder su originalidad. Si uno ha nacido para decir cosas novedosas no va a perder esa facultad leyendo libros o mamando en otras culturas", a lo que agrega, "y si no ha nacido para eso, tampoco perderá nada leyendo esos libros ajenos" (Sabato, 2006:12). Entendido como traditore—y aún como scrittore—el traductor también tiene que aprender a lidiar con lo que lo precede, ya que como canta el dicho, "si no puedes con ellos... ¡únete a ellos!"

Ya insiste Sabato—más que yo, porque a mí también me duele—, "qué, quieren una originalidad absoluta? No existe. Ni en el arte ni en nada. Todo se construye sobre lo anterior, y en nada humano es posible encontrar pureza (...) toda herencia cultural es enriquecida por los herederos de genio [...]" (Sabato, 2006:13). Así que para aquellos (me incluyo) que ya sea por miedo a ser influenciados, ¿por orgullo?, por falsa modestia o por alguna sobredosis perdida y perdedora de Egofilis totalus pretendan (¡qué ingenuos!) despojarse de la tradición en la cual acabarán por enmarcarse, ¡a sobreponerse!. No hay nada más patético que un traductor digno de patetismo.
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¡LO QUE SE VIENE EN ROSARIO!
  • CURSO GRATUITO UNR: La traducción en la antigüedad, por la Prof. María Gabriela Piemonti. 
    Sábados de octubre. INSCRIPCIÓN en primer piso de la Fac. de Humanidades y Artes, Entre Ríos 758. Tel.: 0341-4451485.
  • CONFERENCIA: Los retos de la traducción intercultural, por la Prof. Amalia Gladhart de la Universidad de Oregon (USA). En: Fac. de Derecho UNR, Córdoba 2020, aula 6 de Graduados. Mie. 5 de octubre, 15 hs. Entrada libre y gratuita; se ruega confirmar asistencia: PROGRAMA INTERNACIONAL. Facultad de Derecho. 2° piso – Of. 1.TEL. 4802635 al 38 (int.133). Lunes a Viernes de 9 a 16hs.
  • CURSO: "Me gradué. ¿Y ahora qué? - Espacio para pensar y compartir", Miércoles 5 OCTUBRE, 17.30 A 20 hs. Tucumán 1257 Instituto Superior Particular Incorporado Nº 9123 "San Bartolomé, Rosario.- Rosario. Disertantes: Trads. Luciana Ramos, Sabrina Maceda, Virginia Castelli. Actividad no arancelada. Formulario de inscripción en http://tinyurl.com/me-gradue
  • JORNADA: Día del Traductor, 30 de SEPTIEMBRE, 9-19 hsSalón de Actos de la Federación Gremial de Industria y Comercio, Córdoba 1868.Consultar aranceles, fecha de inscripción, programa en: http://www.traductoresrosario.org.ar
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DAR PIE A LA NOTA: DAR O NO DAR, DAR O NO DAR, DAR O NO... ¡NO DAR!
[...] la mueca burlona después de haber dado con esa palabra 
justa cuando tantos otros se encuentran aún perdidos 
es una recompensa inigualable [...]
(Peter Newmark, en A textbook of translation, trad.) 
Cuando uno ve por primera vez a Guillermo Piro no se imagina que va a hablar durante una hora acerca de un bazooka. Tampoco saltaba a la vista del título de su ponencia Consideraciones entorno a un bazooka que de hecho fuese literal la referencia al dichoso bazooka. Y con todo, si uno ignora el trabajo que se tomó para averiguar cómo traducir el término "bazooka" incrito en algún texto de Arno Schmidt que no recuerdo, menos aún caería en la falencia de  suponerlo tan aficionado a las encrucijadas. Franqueada la puerta de la pasión por el autor y el laberinto, no resulta tan difícil intuir cómo no desistió en el intento, cómo no se perdió en un caso que se veía todo menos vencible: si hay algo en lo que sí acertó Peter Newmark es cuando dice, "la satisfacción personal que brinda traducir es la emoción de intentar resolver un millón de problemas pequeños en el marco de uno grande", y no quisiera omitir que, "el alivio al encontrarla [la palabra justa], la mueca burlona después de haber dado con esa palabra justa cuando tantos otros se encuentran aún perdidos es una recompensa inigualable [...]" (Newmark, 1988:8).

Ahora bien, cuando uno forma parte de esa categoría tan elegante y a la vez tan naive llamada "traductores nóveles", no es tan fácil armarse un marco teórico, crítico y criterioso propio y justificable. El criterio y los ejes que lo determinan son, a la hora de traducir, más que relevantes y muchas veces se los da por sentado. Para el caso de los diccionarios y la cantidad y calidad de éstos que se consultan Piro comentó un breve diálogo con un colega que lo había ayudado (o intentado ayudar, ya no recuerdo) a dilucidar el enigma del bazooka: el consejo del colega fue no mirar el diccionario. ¿Por qué? Porque la ocurrencia primera será espontánea, y puede que sea no sólo la que suene más fresca y la que mejor "cuadre" en el co-texto sino también puede que resulte la correcta. Correcto, espontáneo, fresco, y "suena": ¿qué más se puede pedir?

"CONFESIONES DE DEBILIDAD": CUANDO EL TRADUCTOR DA LA NOTA
Pero hablemos de las notas al pie, de si vale o no dar pie a la nota, de lo que opina Piro, de lo que pienso yo y de lo que puede llegar a pensar usted—si es que termina de leer esta nota, o en su defecto, ¡si es siquiera ha llegado a este párrafo!

Desde Piro, las notas al pie constituyen una suerte de "confesiones de debilidad". Claro que si bien su apreciación es bastante determinante, no llega a ser cien por cien tajante: cuando no queda remedio, cuando realmente se ha intentado por el camino sinuoso de la alternativa y se ha probado más allá del cansancio, de la madrugada, del té y de las medialunas, respire hondo. Tómese un whisky. Considere por enésima vez si las circunstancias de verdad lo ameritan. Ahí sí puede que valga la nota al pie. "Cuando no te queda otra", diría un amigo.

"No le planteo al lector mis problemas, salvo en cuestión de nombres propios", dijo Piro al reflexionar no sólo sobre el caso particular de su búsqueda (entorno a la traducción de bazooka) y con escasa colaboración por parte del tan aclamado Google

Ahora, si uno está en el tema, críticas al uso de la nota al pie se escuchan todos los días/meses/años. Pensar el recurso como un recurso para el traductor que se excusa, que ni bien se la ve venir deja el timón y manda pumba... es cosa seria. Aquí hay un motivo por el cual no dejarse vencer, ¡hay una causa justa y honorable! Introducir una nota al pie cuando la traducción puede tranquilamente— o no tan tranquila—prescindir de ella es como hacer gol en contra; es hacer gol en contra. Es despojarse de parte de nuestra armadura, es hacer mano, es pinchar el globo, es lavarse las manos, es tirar la toalla, es largar el fierro, es eso y todas las expresiones idomáticas que pueda pensar para explicarlo. La nota al pie, salvo que sin ella el lector no llegaría a comprender la idea, debe dejarse a un lado. Basta de andador, ahora pruebe a caminar solo. Y sí, claro que va a costar, pero se le puede encontrar la vuelta, se le puede tapar la boca al desafío y asumir de una vez por todas que la traducción es un deporte de (¡alto!) riesgo. Es cuestión de visualizar la página limpita y dejarla así. Sin notas. Eso es criterio. En palabras de Guillermo Piro sería "tomar una decisión y si funciona dejarla, y si no funciona mala suerte; y si es un error, peor".

Claro que no todo el mundo tiene por qué tener el mismo criterio. Pero lo ideal sería tener uno, despejarlo por ensayo y error, si es necesario, pero llegar a uno y ser consecuente con él.

Es sabido que como lector las notas al pie suelen dar un dolor de cabeza, una molestia vulgar para el ojo, una sensación de que si tanto tenían para agregar por qué no lo dijeron antes, donde se debe, o bien que hagan un capítulo aparte; como lector de traducciones es fácil percibir cuándo se usó como escudo y cuándo por absoluta necesidad, da vergüenza ajena; y como traductor es fácil caer en la tentación, claro. Pero hay que poder vencer la tentación. ¡Dígale no a las notas al pie! (Y hágase cargo). ◘◘




CITAS PERO NO AL PIE:
  • SABATO, Ernesto. El escritor y sus fantasmas,Grupo Editorial Planeta S.A.I.C/Seix Barral, Bs. As., 2006.
  • NEWMARK, Peter. A textbook of translation, Prentice Hall International (UK) Ltd., 1988.




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